tan torpemente
dentro de ti.
Perdóname el dolor alguna vez.
La molestia de acogerme. La incertidumbre.
Es que quiero sacar
de ti tu mejor tú.
Ese que no viste y que yo veo,
nadadora por tu fondo, preciosísimo.
Y abrazarte...
elevarte a lo alto como reluce
en el árbol la luz última
que le ha entregado el sol.
Y entonces tú
me verás de otra forma, desde lo alto.
Llegaré a ti
al fin, como te quiero,
para ayudarte a pasar la página del pasado,
a poner, a tu lado, el mundo del revés...
Así, sin tensión ya en nuestros cuerpos,
ascendiendo...
te liberarás de todo dolor,
regresarás de ti
a ti mismo.
Y mi amor se sentirá fortalecido
con la nueva criatura que, en realidad,
ya eres.
Inspirado en el original: “La voz a ti debida” – 1933
Recogido en “Pedro Salinas – Poesías completas”
Adaptación: R.S.
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