Nuestros hijos
son los hijos de la vida
deseosa de
evadirse de sí misma.
Ansiosa de
alzarse independiente…
de expandirse
como un horizonte en llamas.
Mi deseo es
el deseo de todo ser:
ser libre, pese
a la deuda contraída…
Independiente
como el aire matutino…
Salvaje como
la mujer idealizada.
En el mundo
no existe la propiedad,
eso es
producto del amor condicionado.
Un estado
que te oprime y te decrece
como la luna
en su faceta más menguante.
Aunque estemos lejos, hija mía,
y el tiempo
pase…
Mientras vueles
libre, cual ave errante…
Mientras
sobrevueles
paraísos
lejanos…
mientras te
abracen otros brazos…
Seguirás
estando en mí.
Estarás a
salvo.
Seguirás siendo
esa niña
que descansa
en la cuna…
la misma que
sonríe satisfecha…
la que
duerme segura
en los brazos
de su madre.
Rosa Sánchez©
Ole, ole, y no hay más que decir, cierto como la vida misma, sin palabras.
ResponderEliminarMuchas gracias, José, por tu cariño y apoyo incondicional.
ResponderEliminar¡Un fuerte abrazo!