Sorprendida la brisa
se paró en tu mirada
azul escarcha.
A tu paso sereno
por tibias arenas
de playas desiertas.
Cohibida observaba
tu mirada clavada
en mis ojos noctámbulos.
Y el aroma dulzón
que dejaste en el aire
cálido y somnoliento.
Me supo a sal
tu piel bronceada
sin pretensión ni deseo.
Reclino la frente
y se empañan sincrónicos
cristales y recuerdos.
Tu mirada y las olas:
vaivén intermitente
que siempre regresa.
30 jun 2010
10 jun 2010
A MIGUEL HERNÁNDEZ
Leí sobre ti
y quedé
amargamente
admirada.
“Admirada”
porque eras
mi poeta idealizado.
“Amargamente”
porque fuiste
víctima de tu tiempo.
Las tres heridas
más graves
truncaron tu suerte,
tus sueños perfectos
forjados a la intemperie.
Fuiste un torero
confundido
en la plaza de la vida.
Un artista
más allá
del tiempo y del espacio.
Te tocaron vivir
tiempos de los peores,
de los de hambre,
injusticia,
persecución desmedida.
Fuiste poeta y soñador,
un solitario escritor
que dio sentido a la vida
de los poetas de entonces.
La enfermedad
te llevó
en el momento imperfecto.
Pero no terminó
con el genio e ingenio
que sobrevive entre líneas.
Elevaste a Orihuela
a la categoría más alta:
la ciudad de un poeta
adelantado a su tiempo.
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